Toda la vida adiestrad@ a ser bue@, complaciente, atent@, educad@ en el no molestar, no incordiar, el no pedir, en el que el otro siempre está por delante de ti, siguiendo un patrón marcado y reforzado por generaciones. Un patrón de conductas sumisas y solitarias aún rodead@ de gente, de sentimientos de tristeza, abandono y culpabilidades, sensaciones de no llegar a ser nunca lo suficiente. Creando fantasías e ilusiones que muy pocas veces acabarán viendo la luz.
Pero dentro de ti hay una/o guerrer@ con ganas de conocer el mundo y experimentar la aventura de la vida. Quizás tu patrón está tan insertado por haber vivido en una familia autoritaria y rígida donde la espontaneidad es algo que puede desmontar las rígidas estructuras, en la que las demostraciones de cariño se basan en tener que aceptar todo aquello que no necesitas, en el mejor de los casos, donde nadie apuesta por nadie y nada que se salga de lo establecido y vivir en el no merecer una sincera atención.
Cuando despertamos a ese/a guerrer@ interno, no hay vuelta atrás, éste/a asume la responsabilidad sobre la propia vida, comienza a defender sus derechos y a tomar decisiones con un fuerte sentido de individualidad.
Esta actitud decidida a salir adelante sí o sí trae una serie de cambios en ti y en tu vida, cargados de nuevas vivencias. Las fantasías se transforman en metas y objetivos, las ilusiones en el combustible de nuestro motor que poco a poco te acerca más al lugar en el que quieres estar.
No necesitas saberlo todo para caminar hacia adonde quieres ir, es más, sería contraproducente saber lo que el camino te depara. Pero una fuerte decisión y determinación, sin perder el entusiasmo te ayudarán a superar situaciones aparentemente insuperables.
Tus conocimientos y experiencia pueden serte útiles pero tu actitud si que es imprescindible.
Ésta debe ser como la de un/a principiante curios@ dispuest@ a persistir y persistir en su empeño de llegar al final, enfrentándose a los propios miedos, a las propias limitaciones, fortaleciéndose en cada obstáculo, en cada nueva situación no exenta de dolor.
Y cuando el agotamiento se hace presente párate, descansa, evalúa los fracasos y los éxitos objetivamente y vuelve a levantarte más fuerte y más sabi@, pero fuertemente decidid@ a no quedarte anclad@ en el sufrimiento de un error o de la incomprensión de los demás para, por fin, sentir que no te abandonas ni te defraudas a ti mism@.
La meta de este relato lo dejo en tu imaginación.
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