El ser humano es un ser racional y social, que tiene la necesidad básica de pertenencia a un grupo con el que identificarse (ya sea en temas sociales, familiares, políticos, una afición, circunstancias personales…), así forjamos nuestras relaciones. Pero, junto a esta necesidad camina otra que es la de autenticidad y originalidad que puede ser más o menos inconsciente y que siempre tiende a ella en cada cosa que realiza, por pequeña que sea. Es algo innato.
Pero existe una gran pregunta y es… ¿Qué ocurre cuando ambas necesidades chocan de frente y no encontramos una salida saludable?
Que tratamos de adaptarnos sacrificando siempre, algo importante para nosotros. Tendemos a volvernos mediáticos a engancharnos a grupos o a personas con las que no acabamos de sentirnos bien o a tener que marcharnos y sentir abandono.
Y te estarás preguntando… ¿Entonces si al relacionarme me acabo encontrando con estos “problemas”, cómo evito esto? En otras palabras:
La respuesta es sencilla pero a la vez complicada. Desde la libertad de ser yo mismo, aceptando mi verdadera naturaleza. Una vez te liberas de la necesidad de tener que agradar o de miedo a quedarte solo, atraes a personas libres a tu vida. Personas que disfrutan de sí mismas sin necesidad de juegos o manipulaciones emocionales con la intención de cambiarte, al contrario la intención será de compartir cada uno desde su autenticidad y nutrirse de ello.
Sé lo que estás pensado. Que esto es la relación idílica o perfecta que todo el mundo quiere a la hora de tener una amistad, una pareja, dentro de la familia o en un grupo. Y posiblemente también estás pensando que esto no existe o que es imposible de conseguir.
Pensamos esto porque hemos creado una sociedad en la que prevalece una postura de competir entre unos y otros más que compartir, una actitud de estar a la defensiva continuamente, una postura de desconfianza y egoísmo, y una larga lista. Porque estamos rodeados de un sinfín de estímulos que marcan una tendencia impersonal más que de cooperación, también puede caber la posibilidad de que hayamos crecido con alguna carencia, como la falta de estímulos de amor, protección, atención y cariño, por ejemplo, que dificultará desarrollar una identidad saludable.
Por lo que a modo de conclusión, te digo que no es fácil llegar a este punto, pero se puede conseguir y de varias formas.
Primero de todo tienes que hacer es aceptarte y amarte a tí mismo tal cual eres, con tus aciertos y con tus fracasos y asegurarte de que, con las personas que te relaciones, te sientas libre y cómodo. Después todo empezará a cambiar de forma natural, posiblemente ya no te sientas conectado con el grupo en el que estás, o las aficiones que hasta ahora te nutrían se vuelven pesadas, y notes que llegan a otro tipo de personas a tu vida. Te llegarás a sentir mucho más tú en tu máximo esplendor porque las personas y las situaciones sumarán y aportarán cosas positivas.
Hay personas a las que les cuesta relacionarse, yo misma he sido una niña tímida y que le costaba encajar allá dónde iba. No quería sentirme ni atada ni condicionada por los grupos por lo que me aislaba sin darme cuenta. Pero ello no es la solución y poco a poco acepté mi verdadera identidad, me “liberé” y todo dió un notable giro de casi 360º.
Por lo que si sientes que estás en relaciones que no te satisfacen, o no te sientes a gusto con el grupo de personas al que perteneces y no sabes bien como hacer ciertos cambios, o incluso si vas cambiando de grupos y en ninguno notas que puedas ser tú mismo. Podemos identificar junt@s cuál es el bloqueo que impide que desarrolles tu capacidad creativa y que disfrutes de tí mismo en cualquier ambiente y superarlo.