Bárbara Ramos

Me planto. ¡Ya es suficiente!

Ayer me desperté con una voz en mis sueños que me decía “TE DEBES A TU TRABAJO” e inmediatamente me respondí “YA ES SUFICIENTE”.
A través de mi blog te he ido contando que estoy tratando de equilibrar el volumen de trabajo pero hay muchos aspectos incontrolables y a los que solo queda adaptarse. 

Pero el mensaje de mi sueño es otra cosa. Este responde a una voz interior, una respuesta que necesita ser escuchada a la pregunta ¿Por qué siempre tengo que esforzarme tanto para conseguir algo?
El patrón de esfuerzo en el que “SI QUIERES ALGO, ALGO TE CUESTA” aún está bastante grabado en mi subconsciente, con lo que a lo largo de mi vida el esfuerzo y sobreesfuerzo es lo normal. Te pregunto a tí, que me estás leyendo:

¿Te resuena o te reconoces en ello?

A veces puedes sentirte el/la únic@ pero es un patrón que está bastante extendido. Lo que siempre me resulta mágico y me fascina de todo esto es que el mensaje es una pieza más de un mecano que se va conformando cuando estás atent@ a las señales que te envía la vida. Es una secuencia de pequeños inputs que aunque los has escuchado muchas veces ahora de repente tienen sentido (de ello te hablaré en otro post).
A lo que vamos.

La forma (o una de ellas), en la que el universo se ha confabulado para que busque y le dé una respuesta a la maldita pregunta de; por qué siempre me tengo que sobreesforzar para conseguir algo; ha sido a través del exterior. A través de conversaciones banales ajenas y de temáticas que por lo menos 2 o 3 personas que han asistido a terapia esta semana han sacado. 

¿Te has preguntado alguna vez si tu exigencia propia es sobreexigencia?

o ¿Cuándo se convirtió tu exigencia en sobreexigencia? Piénsalo.

Cuando apareció esa voz en mis sueños diciéndome TE DEBES A TU TRABAJO y yo respondí: YA ES SUFICIENTE, esa respuesta antes era: NUNCA ES SUFICIENTE, ni lo que hago, digo, pienso, se, soy, etc. Si te pasó como a mi, esa exigencia te puede llegar a paralizar, hacerte invisible, sentirte inferior, desprotegid@, impotente, incapaz, te somete y te autodestruye.

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Esta sobreexigencia se puede deber a que en la infancia viviste (y viví) situaciones en que:

  • Nunca o muy pocas veces alguien valoró tu esfuerzo.
  • A menudo te comparaban con los demás.
  • No observaron ni atendieron tus necesidades físicas y/o emocionales.
  • Te exigían sin comprendere.
  • Te castigaban física y/o emocionalmente si no cumplías con las expectativas.

Alguien te dijo.

  • Tú no puedes
  • Tú no vales
  • Eres un incordio
  • Eres torpe
  • Eres tont@
  • Nunca llegarás a nada, etc.

Y te lo creíste.

Esa creencia ha derivado en:

  • No puedo seguir viviendo así.
  • Mis esfuerzos en las relaciones nunca son suficientes para sentirme querid@.
  • Me bloqueo cuando las cosas no salen como deseo.
  • Nunca consigo lo que me propongo
  • Todo el mundo me dice lo bien que lo hago pero no me lo creo
  • No me arriesgo a mostrar para que no me critiquen o me jusguen
  • Necesito agradar a todo el mundo
  • Nunca me sale nada bien
  • No disfruto
  • Siempre estoy preocupad@
  • Nunca tengo tiempo para mí

En resumen “NUNCA NADA ES SUFICIENTE”.

¿Qué puedes hacer con todo esto?

1º. Convencerte de que “YA ES SUFICIENTE” (es el primer paso y el más difícil).

2º. Perdonar a quién o qué te hizo creer esos condicionantes.

3º. Perdonarte a ti mism@ por someterte a ello.

4º. Estar dispuest@ a tomar medidas y poner remedio.

5º. Hacerlo realidad.

“YA ES SUFICIENTE, ES HORA DE VIVIR”