Ayer me desperté con una voz en mis sueños que me decía “TE DEBES A TU TRABAJO” e inmediatamente me respondí “YA ES SUFICIENTE”.
A través de mi blog te he ido contando que estoy tratando de equilibrar el volumen de trabajo pero hay muchos aspectos incontrolables y a los que solo queda adaptarse.
Pero el mensaje de mi sueño es otra cosa. Este responde a una voz interior, una respuesta que necesita ser escuchada a la pregunta ¿Por qué siempre tengo que esforzarme tanto para conseguir algo?
El patrón de esfuerzo en el que “SI QUIERES ALGO, ALGO TE CUESTA” aún está bastante grabado en mi subconsciente, con lo que a lo largo de mi vida el esfuerzo y sobreesfuerzo es lo normal. Te pregunto a tí, que me estás leyendo:
A veces puedes sentirte el/la únic@ pero es un patrón que está bastante extendido. Lo que siempre me resulta mágico y me fascina de todo esto es que el mensaje es una pieza más de un mecano que se va conformando cuando estás atent@ a las señales que te envía la vida. Es una secuencia de pequeños inputs que aunque los has escuchado muchas veces ahora de repente tienen sentido (de ello te hablaré en otro post).
A lo que vamos.
La forma (o una de ellas), en la que el universo se ha confabulado para que busque y le dé una respuesta a la maldita pregunta de; por qué siempre me tengo que sobreesforzar para conseguir algo; ha sido a través del exterior. A través de conversaciones banales ajenas y de temáticas que por lo menos 2 o 3 personas que han asistido a terapia esta semana han sacado.
Cuando apareció esa voz en mis sueños diciéndome TE DEBES A TU TRABAJO y yo respondí: YA ES SUFICIENTE, esa respuesta antes era: NUNCA ES SUFICIENTE, ni lo que hago, digo, pienso, se, soy, etc. Si te pasó como a mi, esa exigencia te puede llegar a paralizar, hacerte invisible, sentirte inferior, desprotegid@, impotente, incapaz, te somete y te autodestruye.
Esta sobreexigencia se puede deber a que en la infancia viviste (y viví) situaciones en que:
Alguien te dijo.
Y te lo creíste.
Esa creencia ha derivado en:
En resumen “NUNCA NADA ES SUFICIENTE”.
1º. Convencerte de que “YA ES SUFICIENTE” (es el primer paso y el más difícil).
2º. Perdonar a quién o qué te hizo creer esos condicionantes.
3º. Perdonarte a ti mism@ por someterte a ello.
4º. Estar dispuest@ a tomar medidas y poner remedio.
5º. Hacerlo realidad.